sabina haydeé
15 min readOct 18, 2021

john lennon, 81

john lennon, autoretrato

John Lennon lleva cinco años recluido en su departamento en la ciudad de Nueva York cuando oye Coming Up! de Paul McCartney saliendo de la radio. Se siente inspirado por primera vez en mucho tiempo. Un poco después de haber escuchado a su amigo en la radio, John zarpa desde Rhode Island hasta las Islas Bermudas. En su vida ha manejado un barco, pero el velero le recuerda sus raíces en Liverpool, que están sumergidas en el agua: su papá había sido marinero, su abuelo también, y el mismo John, antes de decidirse por ser un Beatle, había considerado volverse un hombre de mar.

El viaje, que realiza desde Mayo a Junio de 1980 en compañía de un grupo de marineros, resulta transformador: una fuerte tormenta cae sobre el bote, dos horas después de zarpar. John se encuentra a cargo del barco. Todos los demás miembros de la tripulación, que son más viejos, más expertos, han caído enfermos, presos de la furiosa tormenta. Pero no John. Él se sujeta al timón con todo lo que tiene. “El agua me llegaba hasta las rodillas,” le relata después a la revista Playboy, cuando Double Fantasy está terminado, “seis horas estuve a cargo de ese bote. Las olas me golpeaban en la cara, una y otra vez, y no se detenían.” Si tuvo miedo, éste le duró poco: la violencia del mar le recuerda a su época pasada como Beatle: las giras, los conciertos y los gritos de las fans no son tan distintos a las olas que, como látigos, le escupen en la cara y lo sacan de su estupor. Estar a cargo de un barco, se da cuenta entonces, no es muy diferente a estar encima de un escenario: “una vez arriba uno no se puede bajar.”

John no baja. Sigue adelante. Se sostiene del timón y grita por encima de la tormenta, y cuando arriba sano y salvo a su destino, es un hombre nuevo. Aquella experiencia se transforma en la mejor de su vida: debajo de la tormenta gritó como nunca, insultó a los dioses, cantó canciones viejas, y se desquitó de la tragedia de la infancia. Ahora está listo para volver a trabajar.

Es junio de 1980 y John quiere empezar de nuevo. No ha trabajado en cinco años, pero encerrado en su pequeña habitación en un hotelcito de las Islas Bermudas, empieza a componer las que serían sus últimas canciones. Telefonea a Yoko. Tengo noticias, le dice. Vamos a hacer un nuevo álbum.

Es junio de 1980 y John le quedan seis meses de vida.

***

Nació un 9 de octubre de 1940 y murió un 8 de diciembre de 1980. Nace durante un bombardeo y lo matan en un tiroteo. La vida que le transcurre en el medio está lejos de ser idílica. Su padre está trabajando en el mar cuando John nace, y para cuando regresa — años más tarde — la madre ya estaba embarazada de otro hombre. Los padres de John no se entienden ni tampoco pueden formar nunca una familia unida y feliz. Cuando John tiene cinco años, su padre, en un arrebato de impaciencia, le pide a su hijo que decida con quién quiere vivir: su mamá o su papá. John elije a su papá dos veces, pero cuando su mamá empieza a llorar y hace amago de irse, John la sigue.

Al final, no se queda con ninguno. Los padres lo mandan a vivir con una tía lejana y estricta llamada Mimi y con quien John tendrá contacto por el resto de su vida. Pero el abandono de sus padres no lo supera nunca. El tener que haber elegido entre ambos hace todo infinitamente peor. Se vuelve un nene furioso, resentido, malhumorado. Bulle en él una violencia que no sabe cómo canalizar, producto de la incapacidad de sus padres de actuar como tal: “yo sabía que los padres no eran ninguna clase de dioses,” explica después, “eso me diferenciaba de mis amigos, que todavía no lo habían descubierto.” Pero saber que los padres son imperfectos no lo alivia: le arruina la vida.

Para cuando John cumple treinta años es un pacifista que se mete en la cama de hoteles y pide que nos dejemos crecer el pelo y la barba en nombre de la paz, pero cuando es joven y está creciendo en casa de Mimi, no es la paz lo que busca. Es violento, con hombres y mujeres. Hace dibujos morbosos, horribles, crueles. Se burla de los discapacitados, de los niños, de los ancianos. Cuando crece se arrepiente de todo: de los dibujos, de los golpes, de las burlas, de su violencia. Insiste: “yo creo en el amor y la paz.” Nos pide que hagamos el amor, y no la guerra. Canta luego: “todo lo que necesitas / es amor.”

***

Crece en Woolton, cerca de Liverpool, en casa de sus tíos. Su madre ha formado una nueva familia. Su padre ha vuelto al mar. John aprende a leer desde los diarios que dejan tirados en las mesas de la casa y descubre que le gustan los juegos de palabras cuando se detiene a leer los carteles que están al costado de la ruta. En la escuela es un pésimo estudiante: no toma notas, no estudia, alborota al resto de la clase. Cada dos por tres lo tienen que sancionar por su comportamiento en el aula. Le va mal en todas las clases, aunque, como todo artista, las clases de literatura son sus favoritas. Lo que rescata de la escuela es el séquito de amigos que hace, y a quienes entretiene dibujándole comics llenos de chistes morbosos y dibujos crueles. Sus amigos lo celebran, se ríen, se entretienen. Los profesores no saben cómo detenerlo, y los padres lo quieren lejos de sus hijos: “ni siquiera el papá de Paul me quería,” afirma Lennon después, un poco orgulloso.

Si le duele que la gente lo tilde de loco, de rebelde, no lo demuestra. Fiel a su estilo, John pretende que no le importa. Paul lo describe a la perfección cuando en Hey Jude canta sobre él: “Es un tonto / que hace como si nada / mientras convierte su mundo en algo frío.”

***

John tiene diecisiete años cuando un policía borracho arrolla a su madre enfrente de su casa. Aunque han tenido una relación inestable a lo largo de los años, el contacto austero que tenía con su mamá era especial para John. Ella muere en el acto. Su muerte representa la última de las muchas patadas que la vida le ha pegado en la cara, pero es la que más le duele. John dice después: “todo lo que hago es para alcanzar a mi mamá, pero nunca logro atraparla…” La muerte de su madre es inmediata e irremediable, y aunque John no se espera nada bueno de la vida, no puede creer su mala suerte. “Empezó a pensar que estaba maldito,” explica McCartney después, “porque toda la gente que quería se moría.”

Maldito o no, la muerte de su madre le otorga una herida infinita. John no la supera del todo hasta que está encima de ese velero, debajo de esa tormenta, gritando a los cuatro vientos, ya rozando los cuarenta. Su mamá, aunque algo difusa, representaba para John la posibilidad de tener una familia feliz, de ser querido y aceptado en algún lado. Cuando Julia vuela por los aires, John se queda sin nada. En Mother! John canta: “Mamá / vos me tuviste / pero yo nunca te tuve. / Yo te quise, / pero vos nunca me quisiste….”

***

Siempre estuvo enamorado de la música, pero la muerte de su madre termina de solidificar lo que sería la relación más estable de su vida. John Lennon no había sido un chico que quería mucho, pero después de perder a su madre, se le ocurre una nueva ambición: ser una estrella de rock, un Elvis Presley británico. Corre el año 1957, John tiene diecisiete años y aunque desde los quince ha tenido una bandita con sus compañeros de la escuela, no ha sido serio hasta este momento. Ahora no hay nada que lo detenga. La banda se llama The Quarrymen, pero a lo largo de los años, con los cambios de sus integrantes y sus nombres, se transformará en Los Beatles.

Hace un año que conoce a Paul McCartney. Delgado, bien vestido, un poco pálido, con cara de nene bueno, Paul no es igual a él. John lo resiente y lo admira en partes iguales. Paul sabe tocar (bien) la guitarra y conoce más acordes de lo que John ha escuchado nombrar. Y no solo es lindo; es talentoso también: sabe distintas canciones, toca el piano, y su manera afable de actuar se gana la aprobación de todos los padres de sus amigos. John no es ningún tarado. No necesita que alguien le explique que tenerlo a Paul en su banda es un paso en la dirección correcta, pero John de todos modos se resiste. Sumar a Paul a The Quarrymen es un riesgo a su liderazgo, porque si John es líder es, en parte, porque el resto no sabe bien lo que están haciendo. Si Paul viene con él, ¿a dónde queda John parado?

Al final, pesa más la música. Se lo encuentra en la calle para decirle la buena noticia: Te quiero en el grupo. Paul lo piensa por un momento. Después, le dice que sí. El resto es historia.

***

La amistad con Paul no solo es el inicio de los Beatles: es el refugio que John encuentra luego de perder a su mamá. Como a él, a Paul también se le había muerto la madre. Ahora eran dos con mala suerte. De repente John encuentra a alguien que entiende exactamente lo que se siente, que sabe lo que es eso. Ya no está solo. De la noche a la mañana, John encuentra a su compañero. Por trece años más, no se vuelven a separar.

***

Los Beatles sorprenden al mundo entero y en el camino, a ellos mismos. Nadie esperaba lo que causaron. Resulta que una bandita de Liverpool podía llenar estadios alrededor del mundo, hacer que las mujeres se vuelvan locas, y que los críticos no puedan explicar su encanto. Ni ellos mismos lo entienden del todo. Harrison dijo alguna vez: “era manía pura lo que ocurría allá afuera, los únicos sanos éramos nosotros cuatro.”

***

Las chicas gritan, se golpean entre sí, se trepan a sus autos y le rompen los vidrios. A los Beatles le toman varios años entender que esto duraría el resto de su vida, y que las cosas nunca más serían las mismas. Habían salido de Liverpool con la ambición de volverse más grandes que Elvis, pero ahora que lo han conseguido, no saben bien que hacer con ello. Reaccionan como pueden: se compran cosas absurdas, se mudan a los suburbios de Londres, empiezan a probar drogas y viajan por todo el mundo.

Los críticos lo llaman despectivamente una bandita pop, digna de pre-adolescentes. En uno o dos años, vaticinan, los Beatles desaparecerán. Pero afuera corren los años sesenta, y nada es efímero en esta década, que empieza con la muerte de Kennedy y terminará con el primer hombre en la luna. Son años tremendos, violentos, pero el resto del mundo no lo sabe todavía. Los Beatles son los Beatles, pero crecen a pasos adelantados.

En dos o tres años más, nadie puede dudar que sean la banda más grande de la historia. Durante sus primeros años como beatle, John se recluye al suburbio de Surrey, en Inglaterra, en donde se dedica a consumir drogas y a subir de peso. Se autodenomina el “fat Elvis”, y cae en una rutina agobiante, desgastante. Para 1966 está casado, tiene un hijo, y los Beatles se acostumbran a grabar un disco cada año que combinan con giras por todo el mundo. No hay cuerpo que tolere los gritos, las patadas, las manos que salen en la oscuridad y le tiran el fantástico flequillo beatle para atrás. John está harto, cansado, pero no encuentra una salida. Hacia finales de 1966, un dentista amigo lo invita a cenar y sin decirle nada, le pone ácido en la bebida. Todo lo que creía conocer hasta el momento se derrumba. El ácido le quema la cabeza, pero a John le encanta. No se le ocurre mejor cosa que tomar una droga que le cambie la forma de pensar.

***

Afuera la violencia se hace insostenible. Adentro, la vida cómoda que llevaba como Beatle empieza a pesarle demasiado. John no es el mismo. Está cambiando. El matrimonio en que se encuentra no le da lo que necesita. Y la violencia crece, adentro, afuera. A Los Beatles le preguntan qué piensan sobre las manifestaciones a favor de los derechos civiles, qué piensan de la guerra de Vietnam. “Claramente,” responde John, cínico, “no nos gusta. Estamos en contra de cualquier cosa que haga daño.”

Ya no puede morderse la lengua. Su faceta política y su interés por el pacifismo como una manera de vida empieza a latir con fuerza en el centro de su ser, y su nueva agenda se contrapone con la imagen neutra que los Beatles han logrado sostener hasta el momento. Para cuando dejan las giras, John está contento. Mitad de los Estados Unidos lo quiere muerto: ha cometido el error de decir que los Beatles son más grandes que Jesús. “Algún día,” le dice una tarde a Paul McCartney, “me van a disparar.”

Paul se ríe, pero John tiene más razón de lo que cree.

***

De Yoko se escribirá mucho después: que es horrible, que no sabe cantar, que separó a los Beatles, que lo hechizó para quedarse con su fortuna. Cuando John la conoce, en 1967, nadie en Londres sabía quién es, aunque sea una artista consumada en Estados Unidos, particularmente en Nueva York, donde vive. Hace un arte avant-garde, un estilo que John apreciaba, y a menudo sus exposiciones incluían indicaciones para que el espectador formase parte de la obra. Y no era cruel. Resulta que Yoko habla bajito, se ríe de cosas que muchos no entienden, pero se para firme y sin miedo cuando John entra a su exposición en Londres. A él lo invitaron a examinar la exposición antes que entre el público, porque es un beatle y tiene dinero y por ende privilegios, pero a ella le da igual. No le importa. No ha oído hablar de los Beatles, y cuando John quiere participar en una de sus exposiciones, ella se impacienta. No quiere que toque nada.

Pero John se siente admirado, atraído. A John le gusta todo lo que ve, y que — sin saberlo entonces — pronto empezará a formar parte de su vida: las paredes blancas, las indicaciones vagas en los cuadros, las fotos de Yoko en primer plano. Se termina de convencer cuando, en medio de la exposición, encuentra una escalera que lo conduce a un telescopio que cuelga del techo. John sube los escalones y mira por la rendija del instrumento. Del otro lado del telescopio se lee: YES (sí). “Leí eso y me sentí bien,” dijo John después, “porque era optimista. Si hubiese dicho alguna grosería yo me hubiese ido inmediatamente. Pero como fue un mensaje positivo, me gustó, y me quedé…”

***

Entre 1967 y 1970 las cosas cambian, adentro y afuera. Su matrimonio se derrumba. John coquetea con la heroína. Más amigos suyos mueren inesperadamente, entre ellos su manager y cuasi-figura-paterna, Brian Epstein. Sobredosis. John está en India redactándole una carta Yoko cuando le llegan las noticias. Los Beatles han sacado El Sargento Pimienta hacía menos de seis meses, pero todo se siente lejano. La muerte de Brian solo confirma que los Beatles, también, están en camino a morir.

***

Hacia el final de su carrera los Beatles logran hacer tres discos magistrales en tres años: el álbum blanco (1968), abbey road (1969) y let it be (1970). Para el último disco, hacia 1970, John está cansado de pretender que su vida no es Yoko, y que hay algo que le interesa más que pasar cada segundo de su vida con ella. La lleva a las grabaciones de los Beatles (algo terrible para sus compañeros), a las sesiones de fotos, a las entrevistas, y cuando ella tiene un accidente de tráfico hace que le pongan una cama en medio del estudio, así ella descansa mientras él trabaja. Sus amigos no lo entienden, y John no pretende que lo hagan. Para él todo es muy claro: “Puedo vivir sin Yoko, pero no quiero. No hay nada que me importe más que nuestra relación. Yo ya probé todo, y sé que no hay nada mejor que tener a alguien que te ama, abrazándote…”

Yoko le brinda a John todo lo que siempre buscó: amor, protección, eterna atención. En sus brazos, John es feliz, y tal vez por eso está listo para dejar atrás todo lo demás, porque sabe que nada más importa, porque fundirse en Yoko un poco es sanar la herida de la muerte de su madre. Cuando John empieza a llamar a Yoko “mother” nadie parece muy sorprendido. John está enamorado.

***

Los Beatles se separan oficialmente en 1970. Nunca más se reunirán, aunque a lo largo de los años intentarán hacerlo de forma vaga, más como un chiste que como algo serio. Lo cierto es que, después de más de trece años juntos, están encantados por separarse. No quieren verse más la cara. Paul es el único que sufre, porque es el único que quiere seguir en la banda. Frente a su ruptura, los críticos se lamentan. Las mujeres, que hace ocho años eran niñas, ahora lloran. Y los periódicos confirman que esta es la caída del imperio británico. “Los Beatles han terminado,” rezan los titulares, “¿Qué nos queda ahora?”

***

En 1971 John se muda a Nueva York y lo primero que hace es unirse a una terapia en donde, en vez de hablar tiene que gritar todo lo que le duele. Aunque no termina de completar el programa, John se siente inspirado para dejar salir a sus fantasmas.

Su trabajo solista está plagado por los temas que lo obsesionan y más lo lastiman: su madre, su padre, su infancia arruinada, el pacifismo, la violencia, Yoko, Yoko, Yoko. John es honesto, ácido, nunca ahorra palabras. Como es típico de él, habla más de lo necesario, dice cosas que no debe, insulta a Paul en los diarios y después pide disculpas. Para 1973, aunque ya no es un Beatle, se siente tan o más agotado que antes. Se empieza a dar cuenta que el ritmo que lleva es enfermizo, y empieza a querer apagar la máquina que había creado en su juventud. Desde que tiene veintitrés años John ha estado escribiendo un álbum por año.

Llega la hora de descansar.

Cuando Yoko queda embarazada, John encuentra la excusa perfecta. Lanza un comunicado de prensa y se recluye en su departamento en el Dakota, lejos de todas las burlas que le llegaban de su alrededor. Su nuevo rol como padre-a-tiempo-completo no es aceptado por nadie. Es un Beatle, se quejan los periódicos, ¿por qué tiene que ser un padre?

John deja que se rían. Por primera vez parece sincero cuando manifiesta que no le importa lo que piensen de él. Sus contratos discográficos empiezan a vencerse. John no discute. Sus viejos amigos dejan de llamarlo para invitarlo a salir. A John no le preocupa. Adentro y afuera, las cosas cambian. Su hijo crece. John aprende a hacer pan, a mirar la televisión que miran todas las amas de casa, y a fumar cerca de la ventana, así al nene no le molesta el humo del cigarrillo. Lejos está del chico que quería dominar al mundo y lejos está del niño que hacía dibujos crueles para lastimar a otro. Durante los cinco años en que se sumerge en las sombras, John está seguro que no va a volver a hacer música. Y no le molesta. Lo prefiere así. En Watching the Wheels canta: “No hago más vueltas / en el trencito de la felicidad / ya lo dejé ir…”

***

Es 1980. John ha terminado su (último) disco. Cuando empieza a hacer entrevistas, se ríe y comenta cuáles son sus planes de retiro: volver a Inglaterra para visitar a los amigos, mudarse a Irlanda, comprarse una cabaña frente al mar. No tiene deseos muy grandes, y tampoco shockea a todos cuando habla. Está calmado. Está tranquilo. No es el mismo.

Ha cambiado.

John habla del mar, habla de la pausa, de su hijo, de la vida, de las canas. Está conforme con ponerse viejo. Pronto cumple cuarenta años, y se siente un poco orgulloso de no haberse muerto a los veinte o a los treinta, de la mano de muchos amigos suyos. “Muchos me querían muerto,” confiesa, “pero logré salir adelante…”

***

Double Fantasy, su último álbum, se publica en noviembre de 1980, tres semanas antes de su asesinato. No llega a los primeros números de la lista, pero John está contento igual. Después de todo, no es Paul. No siempre ha tenido el número uno.

***

Diciembre. Es de noche cuando John se baja del taxi. Con Yoko están volviendo del estudio. Acaban de terminar de arreglar algunas canciones para el próximo álbum y ahora quieren ir a comer algo, pero antes John insiste en pasar por el departamento para saludar a su hijo, que se está por ir a la cama.

Es otro Lennon. No es el mismo de antes.

Ha cambiado.

El taxi se apea al frente del edificio. John sale primero, y mientras fuma se entretiene firmando algunos autógrafos. Yoko, apurada, camina antes que él. John todavía está fumando cuando empiezan los disparos.

***

Lo declaran muerto al llegar al hospital. Al igual que su madre, John muere en el acto.

***

Sobre la muerte, John dijo que no cree en ella. “Para mí, morir es bajarse de un auto y subirse a otro. La historia siempre continua…”

***