sabina haydeé
2 min readMar 17, 2020

Es una energía madura, menos urgente, la que me informa: las cosas han cambiado.

— Sí.

— Ahora sos toda dueña, toda reina.

— ¿Antes no?

— Antes no querías. No estabas lista para querer.

— ¿Pero ahora sí?

— Sí.

— Ahora quiero. Ahora puedo querer.

— Sí, ahora podes querer siempre. Ya no tenes miedo.

— No temo, soy toda reina.

— Toda.

— Toda mía.

— Toda.

— ¿Haré las cosas bien? ¿Saldran las cosas bien?

— Siempre sale todo bien. Uno no se da cuenta de eso hasta mucho después, cuando ya se muere, pero en verdad…

— Todo sale bien.

— Todo. Incluso lo que no, incluso lo terrible, lo tremendo.

— Incluso eso sale bien.

— Incluso eso.

— Soy toda reina.

— Toda.

— ¿Y ahora qué hago? ¿Cómo empiezo?

— Empezando. Uno se mueve y después las otras cosas le siguen. Vos marcas el ritmo ahora.

— Porque soy mía.

— Joven, además. Toda una privilegiada.

— No creo en el tiempo.

— Yo tampoco. Y sin embargo ya no sos lo que eras. Sos otra.

— He cambiado.

— Has vivido veintidós años, veintidós veces. Es mucho. Incluso para alguien que no cree en el tiempo, es mucho.

— Creo en el momento. Estoy acá, así. Después estoy acá, asá. Y así.

— Pero hay un ritmo, un hilo conductor que te une a la otra que fuiste y a la otra y a la otra y a la otra. Hay cambios. Las cosas no son lo que eran.

— No. No lo son. Pero aunque no haya tiempo, hay vida. Y donde hay vida hay esencia. Es la esencia la que marca el ritmo, determina al hablante. Fui veintidós veces yo y sin embargo esta es mi primera vez siendo, mi primera vez sintiéndome dueña.

— Porque las cosas cambian. Con el tiempo o a destiempo, las cosas cambian.

— Yo cambié.

— Has cambiado.

— Yo sané.

— Has sanado.

— ¿Ahora qué hago? ¿A quién ayudo?

— A vos. Y después, a vos de nuevo. Y así. Solo cambia algo si cambias vos. La vida pasa ahí, donde uno menos se da cuenta. Un día naces y otro te descubris entera, sin límites. Tuya.

— Mía.